Repito: las investigaciones de biología molecular confirman que el cáncer es una enfermedad genética y generalmente no hereditaria. El tumor se debe a la expresión y expansión clonal de una sola célula progenitora que ha sufrido una lesión genética, de modo tal que podemos afirmar que los tumores son monoclonales.
Estos avances de la segunda mitad de siglo XX, fueron posible porque la técnica es concomitante a los progresos de la teoría. No se trata tanto de la prolongación del ojo del investigador sino de la ideología que lo habita en el proceso de investigación. Siendo fundamental conocer qué concepto de tiempo nos trabaja.
Por ejemplo cuando se piensa Depresión y Cáncer, el microscopio es una representación auxiliar; y para poder pensar lo psíquico, que no es una localidad, sino una temporalidad, es preciso aceptar que lo psíquico no es representable, así como se acepta que hay tres grupos de genes de gran relevancia en los procesos cancerosos o que solo hay una libido y no se puede perder.
Aceptemos que hay un momento de investigación y otro de exposición que se abrochan en una escritura de la que se podrá realizar una lectura científica.
La investigación trabaja con un tiempo discontinúo, no lineal, un tiempo de salto y ruptura, con recurrencia, sólo posible de ser leído por aprés coup, de modo tal que la interpretación produce el hecho. Sin embargo en el momento de la exposición algunos científicos no tienen en cuenta el mismo concepto de tiempo y realizan una descripción lineal, continúa, un transcurso fenomenológico, asentado en una relación de causa-efecto que incluye un espacio, una localización. Manejan un tiempo real, aristotélico, cuantificable y disparado desde el pasado. De lo que se desprende que el investigador está incluido en el proceso de investigación.
Develar algún misterio del hombre. ¿Qué otra cosa es una ciencia?
El presente se produce y es desde el presente producido por la interpretación que se historiza el pasado. La interpretación es a nivel del lenguaje y no de la palabra. Para poder articular depresión y cáncer es necesario tener en cuenta el sistema inmune.
Continuemos la oncogénesis para poder pensar la implicación del sistema inmune y la depresión presente, como una ecuación, en el mecanismo etiopatogénico del proceso de enfermar del cáncer.
La replicación del ADN, ocurre en la fase S, síntesis del ciclo celular. Cada cromosoma es copiado con alta fidelidad en un proceso que involucra un gran número de enzimas. En este proceso el ADN de doble cadena es desenrollado y cada cadena individual es usada como una plantilla para la producción de la cadena complementaria. El resultado final es la producción de dos copias idénticas del material genético.
Los cromosomas replicados contienen dos cadenas idénticas de ADN que se mantienen juntas hasta que son separadas hacia el final de la mitosis (en la anafase).
Durante la replicación pueden ocurrir errores, de los cuales resultan cambios en la secuencia de los nucleótidos de los cromosomas. Si estos cambios ocurren dentro de los genes, éstos pueden alterar la función de la célula. Las células humanas han desarrollado varios mecanismos para corregir los errores de este tipo, pero no son perfectos. Estos errores, lapsus, pueden ocurrir durante la replicación del ADN, lo que lleva a la generación de células con genes mutados. Y las acumulaciones de las mutaciones pueden llevar al desarrollo de cáncer.
Las células cancerosas se encuentran a menudo en división rápida, esta fase del ciclo celular es el punto de actuación de los agentes quimioterápicos.
Pero es diferente hablar de medicamentos (fármacos) que hacerlo de medicación que incluye lo psíquico. Es diferente tratar lo visible que escuchar lo latente. Por ejemplo: hay tres grupos de genes de gran relevancia en los procesos cancerosos: A) los oncogenes, cuya activación anormal o excesiva en la célula puede conducir a la transformación cancerosa. B) los genes supresores del cáncer cuya expresión normal inhibe el desarrollo del genotipo canceroso y por último los genes llamados Moduladores, que determinan propiedades tales como la invasividad, la metastatización o la capacidad de generar una respuesta inmune. Pero los investigadores de la ingeniería genética se preguntan ¿cómo es que oncogenes “civilizados” se convierten en “enemigos internos”?
Despleguemos la pregunta para plantear otras cuestiones. El sistema inmune lucha contra la enfermedad, contra el cáncer, en formas diversas. Por ejemplo: el sistema inmune puede reconocer la diferencia entre las células sanas y las células cancerosas en el organismo, trabajando para eliminar las células cancerosas, a través de complejos mecanismos, muy estudiados, en los que intervienen diferentes sustancias. Pero el sistema inmune no siempre reconoce las células cancerosas como “foráneas” y además el cáncer se puede iniciar cuando el sistema inmune no funciona adecuadamente por algunas enfermedades, toma de fármacos, trasplante de órganos…Entonces en el cáncer no se puede pensar solamente en la proliferación excesiva de células creciendo alocadamente, además a la vez existe una disminución o alteración del funcionamiento del sistema inmunitario. Así como no se puede pensar solo el Principio de Placer sin el Principio de Realidad o Eros sin Tánatos. Y la libido necesaria para la replicación del ADN no es diferente de la libido necesaria para la producción de linfocitos T y B del sistema inmune o para escribir un poema.
Entonces: ¿la depresión actúa sobre el sistema inmunitario antes de manifestarse un proceso neoplásico? o ¿nada tienen que ver cáncer y depresión y simplemente son paradigma de enfermedad orgánica la una y psíquica la otra? ¿Iniciado el proceso canceroso podrá intervenir el psiquismo sobre los genes supresores para detenerlo? ¿Influirá el estado anímico, por ejemplo el amor propio, en el funcionamiento del sistema inmune? ¿Intervendrá la ideología del sistema sanitario en la trama de invasividad tumoral y la capacidad de generar respuesta inmune? ¿Se puede considerar el sistema inmune como mecanismo de defensa normal en el organismo y el cáncer como un fracaso patológico, así como se considera el duelo como una elaboración necesaria, saludable y la melancolía como una grave enfermedad?
El Psicoanálisis en la primera mitad del siglo XX, formula la Teoría de la Libido, donde nos dice que solo hay una libido, no siendo diferente la libido objetal de la libido del yo.
Y cuando hablamos de Depresión o Melancolía, según tomemos el vocablo en su origen latino o griego, nos referimos a diversas formas clínicas, entre las cuales hay algunas que recuerdan más las afecciones somáticas que las psicógenas. Ante la pérdida de un ser amado o un equivalente como un ideal, la patria, la libertad…surge bajo esta influencia en algunas personas, un cuadro que llamamos Melancolía. Caracterizado psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, un cese de interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, inhibición de todas las funciones del yo y la disminución de amor propio. Esta última característica se traduce en reproches y acusaciones de las que el paciente se hace objeto a sí mismo, pudiendo llegar incluso a una delirante espera de castigo.
Tres son las premisas de la melancolía: la pérdida del objeto, la ambivalencia y la regresión de la libido al yo. Y tres las del Cáncer: lesión orgánica, mediación inmunitaria y Previa depresión en alguna de sus formas clínicas.
Una afección orgánica, una irritación dolorosa o una inflamación de un órgano crean un estado tal, a consecuencia del cual queda la libido desligada de sus objetos, retornando al yo y manifestándose como una catexía reforzada del órgano enfermo.
Sabemos que el retorno hacia el yo de la libido desligada de los objetos no es directamente patógeno (por ej. lo vemos producirse siempre antes del sueño) pero cuando un determinado proceso muy enérgico (por ejemplo una inmunodepresión) obliga a la libido a abandonar los objetos nos encontramos ante un proceso distinto. De modo que la libido devenida narcisista, no puede ya encontrar de nuevo el camino que conduce a los objetos, y esta disminución de su movilidad es lo que resulta patógeno. Podemos pensar que la acumulación de libido narcisista no puede ser soportada por el sujeto sino hasta un determinado nivel y además podemos suponer que si la libido acude a revestir los objetos es porque el yo ve en ello un medio de evitar los efectos patológicos que produciría un estancamiento de la misma. Cuando el sistema inmune no puede realizar su función, todo se vuelve peligroso en el organismo, cuando no se ponen palabras, equivocadamente se puede poner el cuerpo y lastimarse.
Cuando hay una traición el destino es la depresión. Lo que se traiciona en el sujeto es el deseo. Pudiendo decir que la depresión es la enfermedad de la venganza. Y el cáncer es una lesión orgánica mediada por el sistema inmune, precedida por una depresión, por una alteración celular que no fue reemplazada, sustituida, sino que se dejó multiplicar canibalísticamente.
Nos confirman los datos estadísticos que la depresión severa duplica el riesgo de mortalidad en enfermos de cáncer, debido fundamentalmente al incumplimiento del tratamiento por parte del paciente. Otros estudios de evaluación muestran que la prevalencia de trastornos psíquicos en oncología es similar al de la población general, con la excepción de la depresión, que es significativamente mayor. Otros datos hablan de la historia temporal del tumor y destacan que el tiempo de duplicación celular para que un tumor llegue a un volumen de un centímetro cúbico, mínimo promedio necesario para su diagnóstico, las primeras células se habrían presentado entre 3 y 15 años antes. Lo que abunda en la importancia del sistema inmunológico del sujeto, para desechar las células cancerosas o dejarlas crecer, cual satisfacción sádica que conduce al suicidio.
En cuanto a la posible discusión de si es el cáncer el que desencadena una depresión o la melancolía la que se haya en la fórmula etiopatogénica del proceso neoplásico, decir que en todos los casos: lo que nos precede y se hereda es el lenguaje.
Dr. Carlos Fernández
Médico Psicoanalista