Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero


telefono91 883 02 13 - 676 242 844

Terapia de Pareja

La sexualidad es un concepto novedoso, si consideramos que la teoría sexual donde se formula cómo amamos y qué deseamos se produjo, hace poco más de cien años (1905) Tal vez por eso se sigue confundiendo lo sexual con lo genital, o se piense que los niños carecen de sexualidad o pidamos amor cuando queremos sexo.

La sexualidad es tan natural como la inteligencia o el odio. Es decir todo, absolutamente todo, se construye (todo es artificial en el humano) y cuando le ponemos al crecimiento: vergüenza, pudor o repugnancia, estamos hablando de moral en lugar de la ética del deseo.

Es diferente la regulación de los modelos ideológicos del estado, aquellos que dictan los que está bien y lo que no es políticamente correcto, aquellos que transmiten cómo hay que amarse, en que momento hay crisis sexual o qué barbaridades realizar para hacerse famoso. El erotismo es totalmente diferente de la pornografía, sin embargo se transmite perversamente a la población, una confusión incestuosa, a través de los medios de difusión.

Modelos ideológicos de los que no podemos escapar, como tampoco se puede negar el gran poder de la especie muy superior al deseo del sujeto, ya que la especie impone la reproducción para perpetuarse, no importándole de qué manera se consigue o que lo ocurre a los sujetos en ese proceso. En 1905, el doctor Sigmund Freud, escribió “Tres ensayos para una teoría Sexual”. Ofreció respuestas que el hombre llevaba preguntándose desde que existe la escritura. Antes de la escritura no se puede saber, que le pasaba al humano (hablamos de prehistoria), y antes de hablar no se puede saber que desea el amante, después tampoco. Por hablante se sabe que hay una demanda, un pedido deseante y, no se trata de saciar, sino más bien de poder desplegar el deseo.

Reconocer que se pueden “sentir” celos, habla de la implicación del sujeto en lo que le pasa, dice de un grado de salud, más difícil aún es reconocer que uno se siente envidioso. Y ambos: celos y envidia son vertientes de cuestiones sociales por un lado y psíquicas por otro. Posibles de ser analizadas.

El celoso es más social que el envidioso, ya que el celoso, se siente excluido de una escena en la que le gustaría participar. El celoso, desea lo que otro está mirando, desea un deseo de otro; mientras que el envidioso, no desea lo que el otro consiguió, sino que solo quiere romperlo. El envidioso no quiere el coche del vecino, solo rayarlo.

El celoso reconoce la existencia de otro semejante con el que algo quiere, el envidioso quiere que el otro no tenga. En los celos siempre hay tres personajes como mínimo, en la envidia sólo hay uno (por ello es más primitiva y anterior que los celos).

Los celos y la envidia, señalan la doble carencia constitutiva del sujeto, esa imperfección que lo constituye como humano por nacer de padre y madre, seres sexuados (es decir celulares) por ende mortales como él, con lo cual también morirá.

Y llegar a la vida (cuando ya había vida para otros) es decir nacer anticipado por algo que permitió no solo que naciera y creciera, también apropiarme de lo que otros humanos antes de “uno” hicieron, llegar a la vida y aceptar ser un privilegiado que puede heredar no es fácil de aceptar. Los abogados lo ven en las dificultades que existen para resolver muchas herencias.

Dice el refrán “de bien nacidos es ser agradecidos”. Me puedo beneficiar de lo que trabajaron otros que sin conocerme construyeron: calles, universidades, puentes, teléfonos, objetos, libros…que permiten un mejor aterrizaje en la vida.

Dr. Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero

 Currículum Vitae
Libros y Publicaciones

 

¡Atención! Este sitio usa cookies.

Si no cambia la configuración de su navegador, usted acepta su uso. Saber más Acepto

 social-facebook social googlesocial youtubesocial linkedin

 

PayPal logo 
Puede pagar aquí la sesión on-line o telefónica