Hablar eso “tan sencillo”. Hablar es una posibilidad del humano en el que siempre se pone en juego una doble carencia, una “lesión” estructural, necesaria, de nacimiento podríamos decir, una doble falta: somos mortales y el lenguaje nos antecede. Antes de nacer, ya existía algo en el mundo, que nos permite acceder al trabajo de otros humanos, aunque nunca los lleguemos a conocer. Es diferente parlotear (bla, bla, bla) que hablar en la dimensión del diálogo, donde debe existir otro humano semejante que escuche, para que se produzca lo nuevo en la conversación. ¿Quien habla y a quién se dirige? Hablar en presencia de un psicoanalista, permite decir con palabras, lo que nunca se dijo, lo que nunca se pudo permitir, lo que no se había podido regalar ese soñante.
QUIEN SABE ESPERAR, NO NECESITA CONCESIONES.
Los fanatismos ideológicos y el enamoramiento fulminante, las convicciones rápidas, las negociaciones impulsivas, caen fuera por completo de lo científico. Ese es uno de los motivos por los que no se pide nunca a los pacientes una adhesión convencida a las teorías psicoanalíticas; al contrario, una adhesión fanática nos hace sospechar, de modo que la actitud que es preferible ver adoptar en los pacientes es la de un benévolo escepticismo. Freud aconsejaba a los especialistas: “es más aconsejable que se deje madurar lentamente en ustedes la concepción psicoanalítica al lado de la psicología y la psiquiatría, hasta el momento en que se presente la ocasión de que una u otra puedan ponerse en relación, valorándose mutuamente y asociándose para dar origen a una concepción definitiva”.
Los conceptos y trabajos psicoanalíticos obtenidos no tratan de nociones especulativas, sino por el contrario son el fruto de una viva experiencia y observación directa, luego de la elaboración reflexiva de los resultados.
Dr. Carlos Fernández
Médico Psicoanalista