Conversaban como las plumas de las aves, único sonido, voces articuladas en cuerdas de violín de poemas hechos canción. Yo presenciaba la escena, al principio de lejos, admirado más por los capiteles y madreselvas que por la verdad histórica que ahí acontecía. Leían libros apilados en columnas que se alzaban tocando las estrellas, con los pies siempre en el suelo y la altura precisa de cada estatura singular. Mujeres y hombres, hombres y ancianos, mujeres y niños danzaban alrededor como olas llegadas de otras tierras en ofrenda de tiempo, para disfrutar el evento.
Los cinco hombres, cual jinetes, eran miles de sombras y árbol de templanza y médicos del alma y escritores de caída libre como un verso sosteniendo la marea. El pasado no existe, me decían a viva voz. Asombrado por escuchar voces humanas que me incluían y sin poder moverme me deslizaba entre las frases del histórico evento.
Miguel, poeta de largos dedos como pincel del renacimiento, escribía de noche como pintando la realidad posible de concreto pensamiento. Me senté junto a ellos y éramos cientos de hombres y mujeres soñando en voz alta.
Eran tan deseantes que decidí intervenir pidiendo información sobre el poeta y la fantasía. Sigmund dijo: en cada hombre hay un poeta y sólo con el último hombre morirá el último poeta… y añadió Miguel, entonces seremos lo escrito.
Pregunté de dónde extraían tanta sabiduría y César mirando el infinito empezó a leer: ¿quién no tiene un vestido azul? ¿quién no almuerza y no toma el tranvía, con su cigarrillo contraído y su dolor de bolsillo? ¡yo que tan sólo he nacido! ¡yo que tan solo he nacido!. ¿quién no escribe una carta? ¿quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído? ¡yo que solamente he nacido! ¡yo que solamente he nacido!. ¿quién no se llama Carlos o cualquier otra cosa? ¿quién al gato no dice gato gato? ¡Ay, yo que sólo he nacido solamente! ¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!
Sentí una sacudida de hambre insaciable, al escuchar mi nombre en un poema, y a la vez esa voz me sostuvo de pie: ¡yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran inevitablemente padres o hijos, pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo, le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusieran en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusieran en una estancia luminosa no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda, hoy sufro solamente!
El sueño avanzaba y murmuré ¿cómo alcanzar ese discurso? Jacques señaló con su índice, la letra es algo que se lee, pero no es lo mismo leer una letra y leer, en el discurso analítico se trata de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir. El discurso analítico es un modo nuevo de relación fundado únicamente en lo que funciona como palabra dentro del campo del lenguaje (función y campo de la palabra y el lenguaje). Es decir, lo escrito no pertenece al mismo registro que el significante.
No entiendo interpelé rápidamente. Lo que se oye, prosiguió, no tiene ninguna relación con lo que significa. Cuando desarrollamos un discurso, debemos intentar siempre, si queremos mantenernos dentro de su campo (y no ir a parar a otro) en darle su consistencia y no salir de él sino en el momento oportuno.
Pensé de inmediato que si permanecía junto a ellos, algo en mi vida se transformaría, y me sorprendió de nuevo Jacques que jugando constantemente con hilos de cuerda, anudaba tres redondeles de manera tal, que si cortaba uno de ellos, se desanudaban los tres. Lo llamaba nudo borromeo y le pregunté que relación tenía esa figura topológica con el vínculo. El vínculo, desplegando la pregunta, es un vínculo entre los que hablan y los que hablan no son cualesquiera, son seres a los que calificamos de vivientes y la dimensión de la vida introduce de inmediato la de la muerte. No hay ninguna realidad prediscursiva, cada realidad se funda y se define como un discurso. Un hombre no es otra cosa que un significante, y mirándome como cuando se ofrece una fórmula: el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante. Si entendí bien, interpelé rápidamente, entonces un libro de poemas representa al autor para la poesía.
Aconteció un silencio, el mudo había hablado, ya nada sería igual e implicado en el proceso me propuse como “candidato” cuando intervino Miguel con voz de bandoneón: el tiempo es una lengua, una escritura. La escritura es la poesía y el resto los intentos de acceder a ella. Éste hombre, ¿qué oficio tendrá? Y como si adivinara cambió el tono de su voz, giró en redondo como un torero, sin moverse y “navegar por navegar no es mi oficio, arrancar trozos de la nada y unirlos en conjuro, ese es mi oficio silencioso y tenaz como de versos, mi oficio no se puede aprender, no sabe es ciego.
Yo estudié medicina, le dije y quiero ser psicoanalista. Yo también respondió preciso y sonriente. Hice una pausa, y envalentonado por el poder de hablar, aunque balbuceando… también quiero ser culto. ¡Muchacho! un psicoanalista culto es quien puede leer en la poesía contemporánea las futuras tesis que pongan en cuestión el psicoanálisis y su transformación.
Me sentí tocado, eran palabras hablando entre sí, y sujetado a ese paroxismo, pronuncié lo nunca dicho: estoy aquí porque no ser hablar, leo poco, nada escribo y desconozco el amor.
Miguel, era médico, psicoanalista, pintor, y lo más impactante, poeta, maestro de poetas, padre de poetas, y también tenía maestros, era un hombre del renacimiento en pleno siglo XX, y entonces señaló: mire doctor, leyendo a Freud, y a los más importantes poetas he descubierto que poetizar no es más que jugar y no fantasear. El poeta es poeta porque no abandona el juego, no es que nos cuente sus fantasías, sino que lo que nos cuenta es cómo juega con las palabras. El que juega es libre, se divierte y no necesita ocultarlo ni mostrárselo a nadie, sin embargo el neurótico reemplaza el juego por la fantasía.
Emocionado lancé una batería de preguntas ¿se puede no jugar? ¿es posible no fantasear? ¿en qué se diferencian juego y fantasía?.
Lo fundamental entre el juego y la fantasía es que para fantasear no se necesita la realidad, por lo tanto cada vez que fantaseo soy un ser aislado que inventa una realidad nueva que no existe y que no tiene nada que ver con la realidad.
El niño cuando juega siempre toma un elemento de la realidad para jugar; toma una escoba y puede estar montando un gran caballo blanco, pero si le preguntas porque no le da de comer a su caballo, te responde que es una escoba. El poeta cuando juega siempre juega con la realidad, es decir tanto el juego del niño como el juego del poeta son la transformación de una realidad conocida. El niño y el poeta jamás confunden la realidad con la fantasía, jamás confunden la realidad con el juego, sin embargo el paciente neurótico no puede eso y permanentemente le quita espacio a la realidad para poner en ella sus fantasías.
Evidentemente había comenzado mi análisis, era yo el que demandaba, y después descubrí que por hablar, demando y toda demanda es profundamente inconsciente.
Confundiendo la infancia con el pasado, y edificando mi ambición en el conocimiento más que en el saber (que por aquellos entonces confundía como sinónimos) André me dio a leer el Manifiesto Surrealista: Tanto va la fe a la vida; a lo que en la vida hay de más precario, me refiero a la vida real, que finalmente esa fe se pierde, el hombre soñador impenitente, cada día más descontento con su suerte, da vueltas fatigosamente alrededor de los objetos que se ha visto obligado a usar y que le han proporcionado su indolencia o su esfuerzo.
El texto continuaba: la declaración de su capacidad para arrancar al pensamiento por métodos que le son propios, de una servidumbre cada vez más dura y para restituirlo al camino de la comprensión integral; devolviéndole su pureza primitiva, es justificativo suficiente para que se le juzgue sólo por lo que ha hecho y por lo que le resta hacer para dar cumplimiento a su promesa.
En este punto del sueño, como si fuera un instante de ver, miré a Miguel, el cual se había construido un nombre propio, Miguel Menassa, y cómo apreció que había quedado algo confuso con la lectura del manifiesto surrealista, puntualizó: el hombre que transforme su fe en comprensión robará a su ceguera fugaces estallidos de colores, pero para ello debe decidirse a vivir en un mundo poblado de otros hombres además de él mismo y sus quimeras.
Cada intervención de Menassa me provocaba el deseo de hablar, incluyéndome en las frases y entrando yo en escena después de las palabras. ¿cómo hallar la esencia poética? ¿ya desde niño se puede escribir?. Todos miramos a Sigmund Freud: el adulto prefiere confesar sus culpas a comunicar sus fantasías. Y exclamé ¡el adulto prefiere ser neurótico a ser poeta! Con tolerancia siguió hablando: los instintos (entiéndase pulsión) insatisfechos son las fuerzas impulsoras de las fantasías y cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfecha. La multiplicación y exacerbación de las fantasías crean las condiciones de la caída del sujeto en la neurosis o en la psicosis.
Las fantasías son también los estados psíquicos preliminares de los síntomas patológicos de los que los pacientes se quejan. Los sueños nocturnos no son diferentes de las fantasías o ensoñaciones diurnas. Recordemos que los sueños son satisfacciones de deseos deformados para acceder a la conciencia, hay también una vergüenza del material como en las fantasías.
Comencé a tomar notas de lo se producía en el sueño, y era como disponer de los textos abiertos, escritos hablando entre sí. Un libro siempre tiene destinatario pensaba y la escritura produciendo autores, autoriza la autoría del que se somete a ser producido como sujeto de la lectura y sólo después, el mandato social de escribir, produce lo nunca sido, que ya no es la materia prima ni los instrumentos utilizados, sino lo escrito, ese producto efecto que habla de cómo le fue transmitido al que se implica en el proceso.
Estaba tomando estas notas, para elaborar mi ponencia, cuando los nombres propios: Freud y Menassa señalaron a Lacan, qué en las novelas o en los cuentos, hay que pensar y buscar la poética en el que se resalta constantemente el “yo” del protagonista, del héroe. Héroe que es aquel que no cedió en su deseo ante la envidia, los celos o el miedo, aquel que no se dejó apartar de su camino, que no cedió en su deseo.
Recordé algunas frases antes de preguntar de nuevo, sabiendo que toda pregunta debe desplegarse, abrir sentidos para producir un pensamiento, ya que todas las cosas que pasan por la palabra son humanas y lo que no se toca con la palabra es animal. El sujeto se forja un mundo, después se ubica en él y después llega a ser, pero todo en un mismo tiempo, un tiempo psíquico, es decir recurrencial, ya que la ley está en el origen desde el inicio y es en la ley de la palabra que me forjo como sujeto, me ubico y ahí llegaré a ser, todo esto desde la interpretación. Los hechos existen después de ser interpretados. Hechos, acción que hablan de una ética, la ética de la decisión cada vez que se constituye el sujeto. Y no hay sujeto que no lo sea del lenguaje, sujeto del lenguaje donde la ley de la palabra es de simbolización. Y como la palabra no designa la cosa, sino que la genera, entonces una palabra remite siempre a otra palabra, nunca a una cosa. Y hablar hay que hablar para aprender a escuchar. Apoyado en estas frases pronunciadas en los seminarios que se impartían en la Escuela de Psicoanálisis donde me formaba como psicoanalista, pregunté ¿ Hay alguna relación entre las fantasías y el tiempo? Ya no recuerdo quien intervino: el sujeto es tiempo, pura temporalidad cada vez. Un poderoso suceso actual (su noveno congreso) despierta en el poeta (el psicoanalista si usted quiere) el recuerdo de un suceso anterior, perteneciente casi siempre a su infancia (su primer congreso) y de ésta parte entonces el deseo que crea satisfacción en la obra poética.
Menassa, puntuando una ambición en mi pregunta, precisó, hacerte escritor no quiere decir que te salves de las fantasías. El, era un él para mi. Y me dio un ejemplo de Freud, él dice que cuando alguien nos cuenta sus fantasías tengo asco o indiferencia, en cambio, cuando el poeta me cuenta sus fantasías yo tengo placer, por eso digo que el placer preliminar es la interpretación. Y Menassa apostilló, Freud dice que el poeta le da poco al oyente, le da sólo el placer preliminar. El verdadero placer lo obtiene el sujeto porque el poeta con el placer preliminar lo libera.
Un psicoanalista imparte psicoanálisis y dirige el tratamiento, el analizado dirige su vida, pero ¿cómo vivir, hay maneras mejores de vivir?
Ya tenía un pacto contractual con Menassa y esperaba una interpretación cuando de nuevo me sorprendió: Yo, en la interpretación, no le digo al sujeto cómo tiene que vivir, le digo qué es lo que no le deja vivir, entonces el sujeto comienza a vivir, ¿ve que es el mismo efecto que la interpretación? Y por si fuera poco añadió en el ejemplo de vivir, vivir es el ejemplo. Es decir que el verdadero placer que me produce la obra estética no viene de la obra estética, el verdadero placer de la obra estética proviene del sujeto. Luego el estatuto del inconsciente no es ético, sino estético.
Estudiando la obra de Freud y Lacan, en el Grupo Cero por Miguel Menassa y Amelia Diez, había aprendido que la articulación significante que estaba aconteciendo, no es tanto una ciencia o una tesis, sino una conjetura, es decir la articulación significante de las ciencias conjeturales. Ciencias conjeturales tan exactas cómo las ciencias exactas son conjeturales. Está en los textos y tenemos el derecho a leer y apropiarnos de lo ya producido, porque todos heredamos las ciencias: matemáticas, física, marxismo y psicoanálisis.
El poeta mitiga el carácter egoísta de la fantasía a través de modificaciones (condensación y desplazamiento como en el sueño) y nos soborna con un placer puramente formal, es decir estético, que nos ofrece la exposición de sus sueños diurnos. A tal placer llamamos placer preliminar y el verdadero goce de la obra poética procede de las descargas de tensiones acumuladas en nuestra alma.
Es decir que la ciencia, es la poesía con la cual se hace la historia, abriendo la puerta de la lingüística nos hace pensar la metáfora y la metonimia del deseo. De modo que cuando se trata de la poesía la lectura es el escrito y es en el escrito que se produce la lectura y la poética. Ya está escrito que a la poesía no hay que preguntarle por el método psicoanalítico, sino que hay que preguntarle por los desvíos en el amor que produjo la transformación del método psicoanalítico. La poesía no es un decir caprichoso, sino aquel por el que se hace público todo cuanto después hablamos y tratamos en el lenguaje cotidiano, luego la poesía hace posible el lenguaje.
El inconsciente está estructurado como un lenguaje, pero el lenguaje de un pueblo es la poesía. Sabemos que la historia la escriben los vencedores, si lo hicieran los vencidos sería otra historia, lo que no desdice que de todas las revoluciones, la de los imbéciles sería la peor de ellas y que todas las revoluciones fracasaron. Podemos preguntarnos, tenemos el derecho de cuestionar cual es la verdadera historia de los pueblos y quien la transmite. La historia de los pueblos, la verdad histórica la escriben los poetas de la mano de la poesía. La poesía anticipa la realidad, vivimos, amamos y odiamos, según está escrito. Y está escrito en los textos de Menassa: “si busco algo, no busco una poesía que le llene a la gente la cabeza de música, estoy a la búsqueda de una verdadera poesía, que les devuelva a mis hermanos la dimensión del odio y del amor”
Escribir poesía es como tener hijos. La poesía adquiere dimensión de método de conocimiento a través del psicoanálisis, el psicoanálisis permite leer, escuchar en lo escrito aquellos silencios, caídas, hiancias, que de ser, hablan de la función poética. Y para desplegar lo que entendemos por función poética, presente no sólo en el poema, sino en toda obra artística, en toda creación humana, en toda sublimación, podemos tomar la frase que encabeza la Escuela de Poesía Grupo Cero: “Si es posible el poema es posible la vida” que habla de una estética más que de una ética, ya que sólo por el placer estético que me produce el poema, es por lo que el sujeto se anima a gozar de sus propias producciones, reconociendo que es “como grupo” donde acontecen. Todo sujeto es grupal, de modo que para concluir podemos decir que no es que provenga de la interpretación del analista la curación del paciente, sino que la interpretación del psicoanalista (función, no confundir con persona) abre en el paciente la posibilidad de un nuevo camino, que el analizando puede o no seguir. Como pasa con el poema o el cuadro, no todos sentimos el placer preliminar. A veces se puede tener tanto miedo a lo que seriaos capaces de sentir que podemos no escuchar la interpretación o no sentir el placer estético que abriría en nosotros la posibilidad de un mundo diferente.
Lo que sostiene el sistema inconsciente es un hecho estético, no es un hecho ético, es decir que la ética es según el deseo. Esa es la única ética en psicoanálisis: actuar según el sujeto del deseo. El deseo no puede tener ninguna ética, porque su estatuto es transformarse permanentemente, repetirse permanentemente diferente, y eso es una estética.
El poeta no puede darnos “su secreto” porque no es innato, no se nace poeta, se produce, siempre es un trabajo, la poesía es lo real imposible, que no le puede faltar a una ciencia.
Dr. Carlos Fernández