Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero


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Atención Clínica

Hablar de la histeria es hacerlo de los deseos insatisfechos, esa peculiar manera de posicionarse el sujeto frente a su verdad que corresponde con una estructuración clínica en el que interviene un mecanismo psíquico descubierto en el año 1895.

Desear se desean deseos. Por sujetos del lenguaje, todos poseemos la capacidad de hablar. Si el que habla es un sujeto deseante, es decir implicado en su vida cotidiana como protagonista, producirá efectos en la realidad que dicen de él.

En la clínica de la histeria se presenta un cortejo sintomático dramatizado e inconsciente para el propio sujeto. Es decir se dramatiza una historia en una personalidad disociada: hay una que no sabe del sexo (sexualidad reprimida) y hay otra que dramatiza el aspecto sexual disociado.

Ella no sólo representa la belleza, embelleciéndose para otros. Su padecimiento no es por fea, ella no padece de eso, sino que padece de que lo bello está fuera de ella. Lo bello en una histérica nunca puede estar asociado a lo genital y así el problema es con la belleza en el orden del deseo, es decir estético.

Ella seduce, dramatiza para atraer lo bello fuera de ella y lo bello que ella atrae con su seducción lo transforma en feo y lo rechaza con su frigidez. Lo que ella seduce y atrae del exterior generalmente es un hombre que quiere sexo.

“Ya voy a ser vencido. Lo se.
Contra la noche saturada de estrellas nada puede mi cólera”

Germán Pardo García

No hay nada que no esté estructurado por las leyes del lenguaje.

Es en la segunda mitad del siglo XX, cuando las técnicas de biología molecular permiten examinar directamente el DNA y las alteraciones en la replicación del mismo. Alteraciones que suceden con mucha frecuencia, a modo de lapsus, equivocaciones en la lectura y escritura de los cromosomas replicados. En condiciones normales, las células hijas que portan un material genético alterado y mutado son retiradas de la circulación y destruidas por el sistema inmunitario. Sin embargo hay situaciones donde este sistema de defensa no funciona adecuadamente.

Todo un conjunto de avances ha permitido afirmar que el cáncer es fundamentalmente una enfermedad genética. Diversas alteraciones, ya sean mutaciones recesivas, dominantes, reacoplamientos de DNA, mutaciones puntuales…pueden alterar la función bioquímica de los genes afectados.

Destacan los oncólogos que el cáncer no es una enfermedad hereditaria en la gran mayoría de los casos. Las alteraciones genéticas asociadas a tumores son casi siempre de tipo somático, es decir, se adquieren durante la vida del individuo y no por herencia.

Dr. Carlos Fernández del Ganso

 Médico Psicoanalista del Grupo Cero

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